Historia de Mammon
Historia de Mammon: El Dios del Dinero, la Avaricia y el Poder a Través de los Siglos
Orígenes etimológicos de Mammon: del arameo a la Biblia
El término “Mammon” tiene raíces semíticas, derivado del arameo māmōnā, que originalmente significaba “riqueza” o “posesión material”. Este vocablo se incorporó al hebreo tardío y más tarde al griego bíblico como “μαμωνᾶς” (mamōnás), conservando su sentido material pero añadiendo una carga espiritual progresivamente más sombría.
En la región donde surgió el cristianismo, el uso del término estaba impregnado de una advertencia moral. Ya en textos rabínicos precristianos se notaba una tensión entre la riqueza como bendición divina y como potencial causa de corrupción espiritual. Esta ambivalencia dio pie a que Mammon no se quedara simplemente como sinónimo de dinero, sino como el símbolo de la codicia, del apego desmedido a lo terrenal.
En este sentido, el nombre de Mammon fue tomando el carácter de una entidad. No como una deidad con culto propio, sino como una fuerza espiritual que dominaba a quienes permitían que el dinero rigiera sus decisiones y valores.
Mammon en el Nuevo Testamento: el inicio del antagonismo espiritual
La primera aparición decisiva del concepto ocurre en el Evangelio según San Mateo 6:24: “Nadie puede servir a dos señores. Porque aborrecerá a uno y amará al otro. No podéis servir a Dios y a Mammon”. Este versículo no solo personifica a Mammon, sino que lo coloca en un nivel de oposición directa a Dios. Lo eleva a la categoría de “señor”, es decir, de fuerza activa y dominante.
La figura de Mammon como ente rival se refuerza con la forma en que el dinero se describe en otras partes del Nuevo Testamento: como fuente de tentación, raíz de todos los males, ídolo moderno. Aunque no se lo nombra repetidamente, la estructura teológica de los evangelios favoreció que el término pasara a tener entidad casi demoníaca.
En esta etapa, Mammon aún no era un demonio formal, pero sí una presencia espiritual antagónica, que desafiaba la fidelidad del creyente y lo arrastraba hacia la idolatría material.
Edad Media: la transformación de Mammon en demonio de la avaricia
En la Edad Media, la figura de Mammon experimenta su cristalización demonológica. Influida por la cosmovisión maniquea del bien y el mal, la teología cristiana empezó a otorgar rostro, jerarquía y función a los pecados. La codicia no fue una excepción.
Mammon fue absorbido por la demonología cristiana como el demonio príncipe de la avaricia, uno de los siete grandes pecados capitales. Grimorios como el Dictionnaire Infernal y otros textos esotéricos del siglo XIII al XVII lo describen como un archidemonio del Infierno, tentador de reyes, banqueros y usureros, coronado de oro y rodeado de tesoros malditos.
Además de los grimorios, la iconografía medieval lo mostraba como una criatura grotesca y opulenta: barrigas infladas por la gula del oro, manos aferradas a sacos de monedas, tronos construidos con lingotes. Mammon era ya no solo una abstracción teológica, sino un personaje real dentro del imaginario infernal.
Mammon en la demonología clásica: grimorios y jerarquías infernales
A partir del siglo XVII, Mammon aparece en múltiples obras esotéricas como demonio con funciones específicas en la estructura del Infierno. El Ars Goetia, el Pseudomonarchia Daemonum y especialmente el Dictionnaire Infernal de Collin de Plancy, lo ubican como un demonio de alto rango cuya especialidad es tentar a los hombres con la riqueza.
Según estos textos, Mammon no solo inspira codicia, sino que enseña el arte de encontrar tesoros ocultos, manipular el comercio y controlar la economía con una visión perversa. En la tradición grimorial, los demonios eran entidades con funciones precisas, y Mammon era el “tesorero” del Infierno, una suerte de banquero de las almas caídas.
La consolidación de su figura como ente demoníaco contribuyó a su inclusión posterior en tratados de ocultismo, donde se lo invocaba no como simple metáfora del materialismo, sino como fuerza con poder y agencia.
Renacimiento y Barroco: arte, literatura y representación de Mammon
Durante los siglos XV al XVII, Mammon se integra a la cultura europea como símbolo de corrupción moral a través de la literatura, el teatro y las artes visuales. Uno de los primeros autores en fijar su representación fue John Milton, en su obra “El Paraíso Perdido” (1667), donde lo describe como el demonio que prefería “el oro de los infiernos al cielo mismo”, un ángel caído que enseñó a la humanidad a extraer metales del subsuelo.
En el arte barroco, Mammon aparece en grabados y pinturas moralizantes como figura decadente, acompañado de símbolos de poder terrenal: coronas, cetros, bolsas de oro. Es en esta etapa donde se consolida la imagen de Mammon como “dios de los banqueros”, opositor de los valores cristianos y encarnación del capitalismo temprano.
También en obras como The Alchemist de Ben Jonson o Fausto de Marlowe, los personajes que pactan con Mammon o se rinden a él son presentados como traidores espirituales. Se le atribuye la capacidad de comprar almas, lo que lo acerca peligrosamente a la figura de Satanás.
Ilustración y revolución industrial: Mammon como símbolo del capital
En el siglo XVIII, con el surgimiento de la Ilustración y la crítica a los excesos de la iglesia y el absolutismo, Mammon empieza a ser utilizado no solo como figura demoníaca, sino como símbolo cultural. Escritores, economistas y críticos sociales comienzan a usar su nombre para referirse al sistema económico emergente.
La revolución industrial trajo consigo el surgimiento de nuevas formas de riqueza y explotación. Karl Marx, aunque no nombra directamente a Mammon, describe al capital como una entidad vampírica que chupa la vida de los trabajadores, una idea que muchos asociaron con el mismo demonio del dinero. Charles Dickens también crea personajes como Scrooge, claramente influenciados por el arquetipo de Mammon: codiciosos, inhumanos, endurecidos por el oro.
Durante este periodo, Mammon se vuelve un símbolo ambivalente: una crítica al capitalismo salvaje por un lado, y por otro, un reflejo del poder creciente del dinero como estructura dominante de la modernidad.
Siglo XX: Mammon en la crítica social, política y económica
En el siglo XX, Mammon es citado por pensadores como Max Weber, quien en su estudio “La ética protestante y el espíritu del capitalismo” alude a la transformación del trabajo en culto, y al capital como un fin en sí mismo. El espíritu de Mammon, aunque no siempre nombrado, permea el análisis del capitalismo global.
Durante las guerras mundiales y las crisis financieras, el concepto de Mammon resurge como símbolo del egoísmo sistémico, de la banca especulativa, de las mafias económicas que destruyen sociedades enteras por beneficio personal. En movimientos anarquistas, comunistas y teológicos de liberación, se denuncia a Mammon como enemigo del pueblo.
El arte también lo retoma: películas como Metropolis (1927) y Wall Street (1987), sin decir su nombre, muestran su influencia: estructuras que devoran al humano en nombre del dinero. El famoso lema “Greed is good” de Gordon Gekko no es otra cosa que la voz de Mammon en la era moderna.
Mammon en el esoterismo moderno y la espiritualidad alternativa
En las corrientes ocultistas del siglo XX y XXI, Mammon ha sido reivindicado por algunos como un demonio de poder y riqueza personal. En ciertos sectores del luciferianismo moderno y el satanismo simbólico, Mammon no es una figura maligna sino una entidad que representa independencia financiera, dominio material y fuerza personal.
Rituales, invocaciones y meditaciones invocan su energía para atraer riqueza, inversiones, negocios y éxito económico. No se trata de adoración literal, sino de arquetipos energéticos utilizados como símbolos de intención. Esto refleja una reinterpretación contemporánea del mito: de demonio que condena, a mentor que guía.
Por otro lado, movimientos espirituales cristianos lo siguen viendo como un enemigo activo en el plano espiritual, cuya presencia se manifiesta en la obsesión por el dinero y la idolatría de lo material.
Mammon hoy: del símbolo bíblico al arquetipo cultural contemporáneo
En la actualidad, Mammon ha sido absorbido por el imaginario colectivo como el nombre secreto del capitalismo extremo. Aunque pocas personas lo mencionan conscientemente, su figura está más presente que nunca: en corporaciones sin escrúpulos, en fraudes bancarios, en la especulación financiera, en el culto moderno al éxito económico.
Es protagonista de videojuegos, películas y cómics. En Doom, Darksiders, Hellboy o Spawn, Mammon es representado como un demonio con poder absoluto sobre el dinero. En series como Supernatural, vuelve como entidad que posee y corrompe humanos con promesas de riqueza.
Su vigencia demuestra que Mammon ha trascendido la religión para convertirse en símbolo cultural. Vive en la ambición sin límite, en la desigualdad rampante, en la manipulación económica global. En ese sentido, Mammon no ha muerto: se ha transformado en un arquetipo que sigue devorando el alma de la civilización moderna.
Conclusión: una entidad que evoluciona con la codicia humana
La historia de Mammon es la historia de nuestra relación con el dinero: desde su origen como simple palabra para “riqueza” hasta convertirse en demonio, símbolo, arquetipo y figura omnipresente. A lo largo de siglos, Mammon ha sido el espejo donde la humanidad refleja su deseo, su miedo, su ambición y su fealdad interior.
Hoy, más que nunca, Mammon es una advertencia viva. No necesita templo ni altar: habita en cada decisión que pone el dinero por encima del valor humano. Y aunque su forma ha cambiado, su esencia sigue intacta: la codicia encarnada.